domingo, 9 de agosto de 2015

Sentir en diferido.

Nunca me podría enfadar. Jamás.
Cuando me cabreo lo hago porque no se cabrearme y entro en un bucle repetido de inestabilidad. 
¿Y para que cabrearme?


El. El me ha hecho comprender que todo es cuestión de razonar, que toda acción tiene su 'por qué' y que basta con sentir. La verdad es que a veces me gustaría tener la mitad de madurez que tiene él. Me encantaría comprender todas y cada una de sus razones.

veces me doy cuenta que por mucho que me diga que desee un poco de calma de vez en cuando, lo que le vuelve loco es la tempestad, la acción en la mejor intensidad de la palabra. 

Adoro cuando canta.
Canta canciones bonitas, me mira a los ojos, se estira hacia mí y se acerca, pareciendo que se pasaría la vida cantándome esa canción, como si cada una de esas palabras hubieran sido escritas expresamente para mi . Yo pongo cara de niña con vergüenza y en realidad sabe que es un papel. Que soy justo lo contrario, que adoro que lo haga. Siempre termino cayendo y le miro a los ojos yo también. Sigo el ritmo y cantamos como si el mundo no existiese. 

Me gusta cuando me meto con el y cae en mis bromas. Se hace el ofendido, pone cara de inocente y espera a que me acerque a besarle y rogarle su perdón. Vuelve a ser niño.

Cuida a el perro que le regalé, Drogo, como si fuera de oro, como un padre orgulloso, cuando lo mira lo hace con determinación, con felicidad.

Cuando me cocina baila. O canta. O ambas. Y yo le observo como una colegiala a su amor de instituto por los pasillos. (Me encanta cuando se mete el paño dentro del bolsillo, es su ritual)

Tiene esa armonía que suena aún cuando hay tráfico, tu propia música o el simple silencio a nuestro alrededor. Y solo ella devuelve el orden a mi caos mental.


Es la única persona que no me ha visto romperme en pedazos todavía, espero no tener que ahogarme en el nunca. También la única que me ha hecho sentirme bien, es decir, a no tener que finjir , a ser yo misma, a no avergonzarme, a saber echar de menos.

Creo que en el fondo y como todas las personas del mundo, tengo miedo. 
Miedo, a que el no pueda sentir lo mismo, a sentir en diferido.

Dice que la sociedad de hoy en día tiene sobrevalorado el concepto de amor. Tiene razón.
Pero yo nunca había había disfrutado con tanta ganas e ilusión algunos detalles desde que el apareció.

Y en el fondo todo esto se reduce a que le quiero como si supiera y en realidad no tengo ni puta idea. 

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