domingo, 6 de septiembre de 2015

¿Y entonces...?



Cuando intento darle poca importancia a las cosas que realmente me importan es cuando acabo estrellándome contra la pared una vez mas. Odio esta incertidumbre martilleándome en la cabeza a cada media hora del día que no me deja en paz, es ese pequeño vacío gris en el que caemos muchas veces y no sabemos salir, ese momento de indecisión en el que piensas que deberías girar a la derecha, pero en vez de eso giras a la izquierda sin tener ni jodida idea de lo que estas haciendo y acabas dando un gran rodeo para finalmente, volver al mismo punto de encuentro y girar a la derecha como deberías haber hecho desde el principio. 

Y entonces es cuando te das cuenta que necesitas un punto de partida, que pasa una etapa de tu vida, que el grillo ha abierto la boca para volver a avisarte de que estas a tiempo de retomar las riendas de tu vida y de hacerla mucho mas excitante y estimulante. 

Se nota que ha llegado Septiembre.

Septiembre, con lo precioso que eres y el daño que me haces. Me haces entristecer y no sé por qué, y claro que lo sé, y me gusta dejar de saberlo todo y no saber nada y estoy perdida. Te juro que no sé cómo, pero me gusta
Esta tristeza me cubre como una cúpula que no me deja ver más allá. Y una voz repite lento ''e-s-c-a-p-a''. Y huyo en medio de la noche. En medio de mí. Me descubro luchando contra mí misma y diciéndome que ya basta, que todo da igual.
Tan apocalíptico es intentar que nada importe y tan dficil es conseguirlo. Porque si hay algo peor que sentirlo todo mal, es no sentirlo.

Pero yo me siento. Tanto, tan fuerte, tan dentro, que a veces creo que me falta hueco para sentir a alguien más.




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