martes, 29 de septiembre de 2015

Átomos dispersos

Somos una generación desesperada por sentir por cualquier cosa, la generación que le da más miedo enamorarse que cruzar sin mirar mientras va hablando por el móvil con algo que les haga sentir lo que sea, la generación que fuma cigarrillos de liar, no por ahorrar, sino para hacer algo con sus manos y tener los dedos llenos. Siempre estamos mirando la hora, como si fuesemos a llegar tarde ¿pero tarde a qué? si ya nadie nos espera más de cinco minutos. 

Somos de exigir que nos lo den todo sin haber dado aun nada. Creo que de aquí a unos años cuando nos hagan la autopsia final van a encontrar un pecho lleno de nombres tachados y un corazón deformado de los puñetazos que le hemos dado. No sabemos querer, pero creer que queremos a alguien se nos da de puta madre.

 Somos una generación perdida, y no porque no estemos preparados, sino porque buscamos tanto las cosas en vez de esperarlas, que acabamos perdiéndonos sin saber dónde ir. 

Somos una generación de trenes que alguien deja pasar para que otra persona decida cogernos. 

Somos personas normales que han acabado locas por algo, y qué más da si lo importante es acabar de alguna manera.

 Somos una generación que cuando vuelve del amor nadie nos reconoce, ni nosotros mismos lo hacemos. 

Pero somos, que al fin y al cabo es lo importante, y hay que ser, sabiendo que el pretérito nunca fue perfecto y que el futuro nunca será simple.

No hay comentarios:

Publicar un comentario